Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

MENTIRAS

De En la orilla, de Rafael Chirles, p.161

Como en el caso de los que acuden a la iglesia, tu actitud me confirma que lo que mejor soporta el paso del tiempo es la mentira. Te acoges a ella y la sostienes sin que se deteriore. En cambio, la verdad es inestable, se corrompe, se diluye, resbala, huye. La mentira es como el agua, incolora, inodora e insípida, eL paladar no la percibe, pero nos refresca.

REALIDAD

De Vivio propio de Pynchon, p. 44

-iEh! iDespierta!, si parece que seamos Feliz y Mudito brincando por el Reino Mágico, cuando de lo que se trata aquí es de lo que llamamos ... "realidad"

DIOS

De Un corazón sencillo de Flaubert, p. 68-69 (Valdemar)
En la iglesia, siempre contemplaba al Espíritu Santo, y observó que tenía cierto parecido con el loro. Su semejanza le resultó aún más manifiesta en una imagen de Épinal que representaba el bautismo de Nuestro Señor. Con sus alas de púrpura y su cuerpo de esmeralda, era verdaderamente el retrato de Lulú.


Lo compró, y luego lo colgó en lugar del conde de Artois; de manera que, de un solo vistazo, los tenía a los dos. Se asociaron en su pensamiento, de modo que el loro se encontró santificado por aquella relación con el Espíritu Santo, que así se hada más vivo e inteligible. El Padre, para enunciarse, no había podido elegir una paloma, puesto que esos animales no tienen voz, sino más bien a uno de los ancestros de Lulú. Y Félicité rezaba mirando la imagen, pero de cuando en cuando se volvía un poco hacia el pájaro.



INCIPIT 295. LOS DISPAROS DEL CAZADOR / RAFAELCHIRBES



Llamo a Ramón, mi criado, y le pido que me ayude a salir, y me abrazo a él, que me envuelve en una toalla y me habla en voz baja, repitiendo muchas veces las mismas palabras como si quisiera hipnotizarme. Las gotas de agua se quedan en el mármol del suelo, junto a la bañera, como los restos de una belleza destruida.
Antes, cuando mi hijo traía a Roberto para que pasara con nosotros las tardes de domingo, encontraba en sus ojos infantiles destellos de esa belleza. Pensaba que dentro de él crecían los colores que luego habrían de perseguirlo para siempre. Mi propia mirada descubría las fuentes en las que bebía: el sol dibujando una telaraña en el jardín, el libro de los animales, las colecciones de cromos, la caja de metal en la que Eva guardaba  golosinas que extraía con su mano deforme por la artrosis, pero que a Roberto le parecía la de un mago, el  cajón de las viejas fotografías. A veces, cuando lo sentía extasiado en mis brazos, deseaba su felicidad, su muerte.
Ramón me coge del brazo y me conduce a lo largo del  pasillo desde el salón donde he permanecido oyendo la radio, hasta mi cuarto. Se pone del lado derecho. Siempre es así. Avanzamos juntos por el pasillo, él flanqueándome el lado derecho. 

BENETIANA









De Otoño en Madrid hacia 1950, de Juan Benet
A veces siento que hay una clandestina afinidad entre edades, estaciones y horas que no se manifiesta en el instante pero que emerge lentamente de una memoria que la registró con una tinta simpática que sólo el tiempo saca a la superficie del recuerdo.

OBLOMOVIANA

De Los ojos vendados, de Siri Hustvedt

Abrió la puerta con un aspecto de lo más desaliñado.Llevaba el pelo, húmedo de sudor, revuelto y dos botones de la camisa sueltos. Evíté mirar su rostro congestionado y posé la vista en la familiar habitación. Las persianas seguían bajadas. ¿Cómo podía soportar la oscuridad?, recuerdo que pensé. Hizo una leve inclinación y sonrió.
-Le ruego excuse mi aspecto, Miss Davidsen. Estaba durmiendo y se me ha pasado la hora. En estos momentos contempla mi lado Oblomov ... sólo medio despierto. Pero me temo que el batín de brocado tendrá que imaginárselo. Y para mi infinita desgracia no hay ninguna Zakhar.



Cuando dijo la palabra «durmiendo. sentí una débil contracción en mi pecho. Está mintiendo, pensé. No dormía. Estaba escuchando las cintas.

EL ARTE POR EL ARTE

Carta de Conrad a Sir Sydney Colvin


“Tal vez no me encuentre usted demasiado presuntuoso si, al cabo de veintidós años de trabajo, me atrevo a decir que no he acabado de ser comprendido. Se me ha llamado un escritor del mar, de los trópicos, un escritor descriptivo, un escritor romántico, y también un realista. Pero, a decir verdad, toda mi preocupación ha sido el valor ideal de las cosas, de los acontecimientos y de las personas. Esto, y nada más. Los aspectos irónicos, apasionados, sentimentales, se han presentado por sí solos, mais en vérité, c' est les valeurs idéales des faits et gestes humains qui se sont imposés a mon activité artistique. Sean cuales fueren las dotes de dramaturgo o de cuentista que pueda yo tener, siempre han sido instintivamente empleados con el único objeto de alcanzar y reproducir los valores ideales”

NABOKOVIANA

Del prólogo de Zadie Smith a “Un forastero en Lolitalandia”, de Gregor von Rezzori


En una ocasión, Nabokov afirmó que “la mediocridad florece con las ideas. Cuanto más grande es el problema, menos me interesa. Algunos de mis mejores intereses son manchas microscópicas de color”. Como podremos ver, Rezzori también se ve forzado por el color, aunque no está por la labor de discutir sus ideas, en especial sus ideas sobre la historia, de forma franca y explícita. Esto es algo a lo que Nabokov rara vez se atrevía, prefiriendo tocar asuntos dolorosos sólo por encima, por el temor a resultar sentimental. En Pnin, el incompetente profesor afirma de repente de forma  tragicómica: “¡La historia de la humanidad es la historia del dolor!”. En Lolita, el dolor de un continente se ve reflejado a través de la psicopatía de un solo hombre.

INCIPIT 294. LAS LEYES DE LA FRONTERA / JAVIER CERCAS

1

-¿Empezamos?
-Empezamos. Pero antes déjeme hacerle otra pregunta. Es la última.
-Adelante.
-¿Por qué ha aceptado escribir este libro?
-¿No se lo he dicho ya? Por dinero. Me gano la vida escribiendo.
-Sí, ya lo sé, pero ¿solo ha aceptado por eso?
-Bueno, también es verdad que no siempre se le presenta a uno la oportunidad de escribir sobre un personaje como el Zarco, si es a eso a lo que se refiere.
-¿Quiere decir que el Zarco le interesaba antes de que le ofrecieran escribir sobre él?
-Claro, igual que a todo el mundo.
-Ya. De todos modos la historia que voy a contarle no es la del Zarco sino la de mi relación con el Zarco; con el Zarco y con ...
-Ya lo sé, también hemos hablado de eso. ¿Podemos empezar?
-Podemos empezar.
-Cuénteme cuándo conoció al Zarco.
-A principios de verano del 78. Aquella era una época extraña. O yo la recuerdo así. Hacía tres años que Franco había muerto, pero el país continuaba gobernándose por leyes franquistas y oliendo exactamente a lo mismo que olía
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CURRICULO

BREVE CURRICULO
Pedro Incio Piñeiro nació en La Coruña el 18 de junio de 1959 –coincidiendo con la primera huelga general pacífica celebrada en España desde 1936 (con escaso éxito –la huelga, no el nacimiento-)-, hijo de Pedro I, de profesión marinero, y de Nicolasa, pescantina; después de unos interesantes estudios de Bachillerato se licenció en Geografía e Historia, especialidad de Historia de América, por la Universidad Central de Barcelona; posteriormente se licenció en la especialidad de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo por la Universidad de Santiago de Compostela. Aún después consiguió el Diploma de Estudios Avanzados en los cursos de doctorado de la Facultad de Humanidades de la Universidade da Coruña.
Se recibió de bibliotecario y opositó con éxito a una plaza de la Escala de Ayudantes de Archivos, Bibliotecas y Museos de la Universidad de Santiago y posteriormente al Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos de la Universidade da Coruña; en la actualidad desarrolla sus labores profesionales como Jefe de la Sección de Información y Coordinación del Servicio de  Bibliotecas de la Universidade da Coruña. Además de ello es profesor asociado de las materias “Literatura gris” e “Industria editorial” en la Licenciatura de Biblioteconomía y Documentación de la Universidade da Coruña.
Está divorciado y tiene tres hijos: Víctor, Cristina y Pedro III.

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